Año nuevo y el impacto que tenemos

Año nuevo– el impacto que tenemos – Por Francisco 8 minutos de lectura Que los seres humanos dejamos un impacto en el medio ambiente con nuestros estilos de vida, no es noticia nueva para nadie. Para nadie es desconocido que nuestros gustos, lo que comemos, lo que compramos y lo que hacemos deja un impacto en el planeta. Los viajes que hacemos, la calefacción que usamos en nuestro hogar, las cosas que compramos en el supermercado, las construcciones que hacemos, el agua que usamos, entre otras muchas cosas que realizamos a diario, dejan un impacto imborrable en el planeta. Pero, afortunadamente, en estos últimos años la consciencia con respecto a esto ha ido en aumento. Cada vez hay más gente cambiando sus rutinas y hábitos diarios para disminuir al mínimo el impacto de nuestras acciones en el medio ambiente. Es usual ver gente reciclando, comiendo menos carne, utilizando menos plásticos, eligiendo productos orgánicos, disminuyendo el uso del agua, entre otras muchas acciones que ya empiezan a ser parte de nuestros hábitos, con el objetivo de ser humanos más respetuosos con el hábitat que nos rodea y disminuir nuestro impacto negativo. En esta línea es que hemos tenido que modificar nuestras costumbres, hábitos, nuestra forma de hacer política, nuestras tradiciones, nuestros deportes e incluso nuestras fiestas. Estando próximos a la fiesta de año nuevo es imposible que no se nos venga a la mente los espectáculos de fuegos artificiales que son tradición en estas fechas. La pirotecnia causa fascinación en mucha gente y niños de distintas edades, siendo en muchos casos una tradición familiar ir a observarlos y disfrutarlos. Sin embargo, no todos los que escuchamos y vemos los fuegos artificiales somos capaces de disfrutarlos. Estas bombas de sonido afectan a todo quien los escucha, tantos animales humanos como no humanos. Adultos, niños, enfermos, perros, gatos, caballos, aves y todos los animales que se encuentran en el rango audible se ven afectados por este capricho humano. Y, en su totalidad, ningún animal excepto algunos humanos disfrutan con esto, por el contrario, todo el resto se ven afectados negativamente y sufren consecuencias tanto a nivel físico como psicológico. Las evidencias son claras y los estudios que se han hecho todos concuerdan: los fuegos artificiales son nocivos para todo el medio ambiente que nos rodea. Y si bien los efectos de los ruidos fuertes repentinos en los animales salvajes son difíciles de evaluar, ya que los impactos variarán dependiendo de la biología de cada especie. Sin embargo, hay evidencia de que ruidos fuertes impredecibles molestan a los animales salvajes, tanto para los que están en libertad como los que están en cautiverio. Por ejemplo, en algunas aves, el ruido de los petardos puede causar taquicardia e incluso la muerte. Una muestra del estrés que les provocan se refleja en que pueden causar el abandono temporal o permanente del lugar donde se encuentran. En caballos los signos de miedo y estrés también son evidentes. Se calcula que un 79% de los caballos experimenta ansiedad a causa de los petardos, y un 26% sufre lesiones al intentar correr, escapar o saltarse las vallas o cercos donde viven. Un lugar donde los efectos de la pirotecnia puede comprobarse de manera muy clara son los zoológicos. Se ha comprobado que el ruido de la pirotecnia pone en estado muy nervioso a animales como los rinocerontes o los guepardos, afectando también de forma visible a otros como los elefantes, mientras que los roedores continuaban corriendo minutos después de que los ruidos hubiesen parado. Para nuestras mascotas estos efectos nocivos no son muy distintos. Perros y gatos tienen una audición considerablemente más potente que la nuestra, siendo para ellos mucho más invasivo el ruido de la pirotecnia que para nosotros. Se estima que un perro escucha 3 a 4 veces más fuerte que nosotros estos ruidos, causando en ellos un estado de miedo y estrés, que se intensifica a medida que se ven incapaces de escapar del sonido. Las reacciones a los petardos que con más frecuencia se pueden observar en un perro son el congelamiento o paralización, los intentos incontrolados de escapar y esconderse, y los temblores. También se pueden presentar otros signos más intensos, como salivación, taquicardia, vocalizaciones intensas, micción o defecación, actividad aumentada, estado de alerta y trastornos gastrointestinales, entre otros. Todos estos signos son indicativos de que es una situación que les provoca un profundo malestar. Existe evidencia también de casos con daños físicos tangibles. Por ejemplo, si los fuegos se producen cerca del animal, el daño en sus oídos puede llegar a provocar la pérdida total de audición. En el peor de los casos, se han contabilizado muertes por fallo cardíaco. Cabe recordar que, a diferencia de nosotros, los animales no tienen cómo anticiparse a estos sonidos fuertes, ni entienden qué es lo que son ni cuánto durara, lo que intensifica el estrés del momento.  En gatos se da una situación similar. Los gatos tienen una audición incluso mejor que la de los perros, afectándolos de igual manera estos ruidos intensos. Pero es posible que muchos tutores no sepan o no se den cuenta que sus gatos tienen miedo, o de la gravedad del miedo, porque es más probable que muestren respuestas pasivas como esconderse (en comparación con respuestas más activas como las vocalizaciones en perros). Aún así, el efecto por el estrés acústico es similar. La American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA) calcula que el 20% de las mascotas extraviados se produce cuando hay tormentas con truenos o cuando se lanzan fuegos artificiales.  No solo en animales se ha evidenciado casos de estrés y miedo profundo, sino también en humanos. Los expertos recomiendan cuidar a los niños de estos ruidos fuertes y protegerlos. Mantenerlos alejados de estas explosiones y ocupar protección en las orejas para evitar daños a nivel físico. Por otro lado, a nivel psicológico también se han observado casos negativos. Algunos niños más sensibles pueden reaccionar también con miedo y estrés, siendo más evidente en los

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